lunes, 21 de noviembre de 2011

. Acta de queja II


Hasta dónde llega nuestra pelotudez.

Somos mujeres, sí. A veces un asco, a veces también.
Hace unos meses estaba trabajando y una compañera que nutría mi cerebro de frases tan pelotudas que se me antojaban geniales, me dice:
“Ay, Maxi (el deforme pelotudo ex-esteroides que se la garchaba) hoy hizo algo re tierno; me sacó una foto con el celu y se la puso de fondo de pantalla para verme todas las mañanas”. Todo eso lo dijo esbozando una sonrisa gigante como si tuviera seis años y le anunciaran un viaje al mundo pedófilo de Disney. Las mujeres tenemos esa cosa de ponernos felices con esas actitudes que pueden ser caratuladas de la siguiente manera:
Tiernas
Dulces
Consideradas
Amorosas
Etc.

Bien, yo había pensado en barajar esos términos pero me dice: ¿Querés ver la foto? Y le digo, ¿La de tu culo y mi poronga?
 “A ver”.
Esta mujer de contextura pequeña y unas tetas para alimentar a todo Africa Serpentorial, enfundada en esos jeans que marcan tu vagina que sabés que yanopuede(n) más, saca su telefonito y me muestra una foto que transforma mi cara en un gesto de: Me estarás jodiendo. El adorado cogedor capturó la zona entre su cuello y su ex-cintura y ella lo mostraba con un amor en los ojos que una no sabía si matarla a golpes con el CPU o dejarla vivir un par de años más hasta que vuelva el quilombo del Antrax y un sobre toque su puerta.
Toda esta sazón hizo que surja una sola pregunta en mí.
¿TAN PELOTUDAS SOMOS? Bueno, esta chica es una erudita en la materia, pero ¿Tan pelotudas somos?
Si hay algo que me da asco del hombre es su poder pajeril. Sí, sé que es necesario y que lo que los calienta es lo que – algunas de- nosotras tenemos, pero me niego y me niego y me niego a imaginarme cómo es que una cae en el desgarrador poder del penis y ya le importa un carajo todo.
Una meneadita, una movidita, una puestita, una cogidita, etc. ¿Cómo? Bien, la mismísima historia nos dice que somos un agujero infinito y que nos la van a poner hasta que tengamos 40 años si corremos con la suerte de no ser un ano relleno antes. Eso no está mal, a todas nos gusta coger, a mí me gusta coger. Pero tenés que ser eso. Es así. Y sino, nace una lista de adjetivos calificativos que los masculinos suelen utilizar. Bueno, nacen siempre.

  • Si te cogés a cualquiera porque tenés ganas y punto, sos una puta. Sigo esperando por el adjetivo que los denomine a ellos de la misma manera.
  • Si decís que no sos una frígida de mierda y tu imagen mental de vos es la de una mina encerrada en una heladera con un candado perforándote los labios de abajo.
  • Si cogés a la primera igual, sos una puta. Está clarísimo y perdonen la necesidad repetitiva
  • Pero si no cogés a la primera, debés ser adventista o católica.

El hombre es, como creo yo, una maquinita de querer acabar y de llenarse los ojos de ortos maquillados. Cuántas veces habré estado viendo televisión con alguno  cuando aparece una diosa en su religión como no sé, Jessica Cirio*, y si yo digo: “Odio a esta clase de no-mina”, dicen “Sí, es una puta”. Cómo les gustan las putas... Es increíble. Puta que es puta por mostrar lo que quieren ver. Genial sería si todas fuéramos un poquito más deshinibidas y pusiéramos, por ejemplo, fotos en alguna red social donde nos tiremos un vaso de leche entre las tetas y comentemos alguna grasada acorde, no importa si no estamos buenas, que lo hagamos igual. Creo que muchos “maridos” reventarían a sus esposas a piñas para después agarrar la revista Hombre e ir al baño a hacerse una puñetita ocasional.
Me retengo a un principio inamovible de las bases de esta, nuestra sociedad y, queridos, si no hay demanda no hay oferta.
Harta ya de estar harta, de este mundo machista de mierda. Queja infundamentada, sí la hay esta. Pero qué asco te da, qué asco te da.


* A quien te juro que le ponés un joggin y la mandás a una feria los domingos y pasa como mina cualquiera, aunque claramente, descontando las dos toneladas de cemento que se metió en todos lados.

. Acta de queja I

Yo tengo -debo- escribirlo todo. Si no lo escribo, me vengo loca. "Me vengo loca", "Me vengo". Vengo, ¡Varias posibles interpretaciones de una palabra en un día!.


Vengo I
Me despierto a eso de las 10 a.m. Cada vez que me despierto me miro las tetas y el culo en el espejo del living y pienso, como invocando al emblemático Colorado: "¿QUIEN ME VA A COGER EN UNOS AÑOS?", contemplando la clásica y racional caída de las dos cosas que hacen que alguien te quiera coger, claro. Los obreros ya me gritan de lejos, no cuando tienen un primer plano del grano que me sale en la jeta de casualidad y sorteado en una suerrrrte de hija de putada semanal. Bueno, no fue el caso hoy señores, me levanté a las diez de la matina y lo primero que pensé fue: Dolor de ovarios y la puta que me parió; así que me dirigí a una farmacia, cruzando las piernas casi como si fuera contorsionista o estuviera meándome encima: "Por favor, dame un blister de IbuEvanol o lo que tengas". Y volvió la paz al cuerpo, pero ¡No! No señores. Automáticamente llegó a mí una sensación de re mierda que dictaba a mí cabeza una necesidad de ser acariciada como un gato y que me dijeran esas cosas que se dicen las personas en las telenovelas mexicanas donde los personajes tienen 40 nombres y 32 apellidos cada uno.
Me vengo, me vino. Mismo verbo.


Vengo II
Después de esas horribles emociones femeninas que cantan las propagandas de Day'smildíasconvos o lo que sea, empecé a emanar odio... Ira... Odio. Tengo una lista mental de las personas a las que debería matar si pudiera hacerlo. Digo pudiera porque creo que aún no salté de neurótica a psicótica, aunque me encantaría. Como Juan Pablo, no estaría lamentándome en una celdita de mierda, no. Si fuera a matar no mataría a un hijo de puta, mataría a 40, 50 y después sí, a jugar al truco con otras mujeres después de haberme violado la cola con una botella descartable de Fanta y empezar a parir burbujas de gas. Bueno, sí, creo que me estoy enfermando en esta esquizofrénica temporada donde odio el amorodio, donde amo el ciclotímico silencio de ya no soportar el silencio y realmente quisiera ser hombrecito. Hombrecito, ja.


Recetas para dormir:
. Hacerte la paja (Primero la peor tarea, pensar en qué).
. Tomarte un vino (Varios niveles más fácil).
. Mirar la película que me más me hace llorar para intentar entonces quedarme dormida y si no tengo la suerte, volver a la emoción de querer ser querida o re-wordear la lista de gente que mataría.


Gala, una buena vecina.


Punto aparte 


Pasé unos días con mi abuela en su horrible y oscura casa. Formosa.
Ya acostumbrada a que me rompan las pelotas con "cómo me veo", esta tortuga empezó a tirar darditos poco envenenados pero muy rompebolas con las siguientes cuestiones:


- Por qué no uso maquillaje.
- Si pienso que puedo adelgazar "un poco más".
- Por qué no uso tacos.
- Por qué no cambias de perfúme.




Bien. Ojalá mi lengua estuviera más floja para poder contestar lo siguiente y oj-alá este vertebrado pudiera leer lo siguiente.
En orden:


- Porque no necesito rebocarme la jeta hasta para ir a comprar puchos para que esta sociedad de este pueblo de mierda diga: "Ay, qué arregladita", como si fuera a una entrevista de mierda. A una entrevista para francotiradora voy a ir, hija de puta.


- Creo que sí puedo adelgazar un poco más pero ¿Por qué mierda me lo pregunta un castor viejo que fue gordo y fofo toda su vida? No sé.


- No voy a formar parte del Club de Autoayuda de pelotudas que se partieron el marulo por usar tacos en una calle de tierra.


- No cambio de perfúme porque al lado suyo prefiero el olor a Off y sino, me traigo de recuerdo un dedo de mierda hinchado y la jeta como si fuera felatista profesional.


Gracias por la estadía, Abu.
X.O.